sábado, 29 de noviembre de 2014

El primer secreto de Francisca y Raimundo (crítica de teatro)


El secreto de Puente Viejo es un serial a la antigua usanza, muy bien escrito y, con excepciones, muy bien interpretado. Animado por esta circunstancia, y por el amor de mi mujer a esta serie, nos fuimos a ver esta obra de teatro que no sólo deja mucho que desear sino que apenas le gustó al respetable que presenció la representación.


La serie de televisión gusta no sólo por el texto, muy similar al de la obra de teatro, sino por unos decorados muy cuidados, por unos actores correctos o brillantes según el caso y por una atmósfera que no está presente en la obra. El cuidado de los detalles de escenografía es fundamental para no romper la magia. Si el escenario está lleno de troncos de árboles al principio, no es de recibo, sobre todo teniendo en cuenta el sablazo de la entrada, que sigan ahí toda la obra y que lo que deberían ser decorados lujosos sean un mueble y una silla que pone la regidora cuya silueta, con auriculares incluidos, se puede intuir en los cambios de escenografía. A veces, hasta los propios actores tienen que poner la silla y los muebles. Llama la atención la cama de la Montenegro, ¿con ruedas y con freno para que no termine en la platea?


Y de los actores poco podemos decir. Entendemos que hay que ser benevolentes con los jóvenes que empiezan pero ni las carreras, ni los gritos, ni los llantos, ni nada de nada lograron emocionarnos. Como decimos siempre, esto es sólo una opinión. Que cada cual haga con su dinero lo que le apetezca.

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